Los tres modelos explicativos del comportamiento criminal son: el psquiátrico, el psicológico y el psicoanalítico o psicodinámico.
El psquiátrico, el psicológico y el psicoanalítico o psicodinámico son tres enfoques de la corriente psicopatológica del fenómeno criminal.
Desde una perspectiva histórica comparada, puede apreciarse la conexión y aproximación de las disciplinas de la psicología, la criminología y la psicoanálisis, todas centradas en el estudio, análisis y la investigación de la conducta y el comportamiento del hombre, a través de la búsqueda de una verificación empírica de sus hallazgos e hipótesis y el continuo ensayo de nuevos modelos teóricos, cada vez más complejos.
La Psiquiatría es una rama de la medicina que se ocupa del hecho psíquico patológico o morboso, es decir, del hombre psíquica o mentalmente enfermo, por lo que tiende a la adopción de una perspectiva y metodología eminentemente clínica, contemplando el comportamiento criminal como el producto de trastornos de la personalidad o de patologías mentales.
La Psicopatología, dentro de la Psiquiatría, delimita el concepto de enfermedad o trastorno mental (Manuales de diagnóstico DSM IV (internacional), CIE10 (Europa)), las variantes o clasificación de las mismas (nosología), así como sus diversas formas de presentación, formulando, previa verificación clínica, la correlación que puede existir entre determinadas patologías mentales (psicosis, trastornos límites de la personalidad, trastornos obsesivos compulsivos, alzheimer, demencias seniles, etc.) y concretas manifestaciones delictivas (homicidios, robos, agresiones sexuales, etc.)
El Psicoanálisis observa y entiende el crimen como un comportamiento funcional y simbólico, expresión de conflictos psíquicos profundos y antiguos del individuo, que solo pueden ser desvelados a través de la introspección en el inconsciente del individuo.
La Psicología, como disciplina de evidente vocación empírica, se inclina más por la experimentación y el trabajo de laboratorio que por la clínica y la observación, más propia de la Psiquiatría.
La Psicología es una ciencia que se dedica al estudio del comportamiento y la conducta humana, por lo que la criminalidad se analiza desde esta disciplina, como cualquier otro comportamiento humano.
Al Psicoanálisis corresponde el estudio de la estructura psicodinámica de la personalidad, sus conflictos, traumas y frustraciones, así pues y desde una perspectiva criminológica, interesa a esta disciplina el proceso motivacional del criminal y la propia interpretación y comprensión de la conducta delictiva a la luz del inconsciente de su autor (Pensamiento Mágico), al que solo, desde la introspectiva, puede accederse.
Las Teorías Psicoanalíticas, vinculadas en sus orígenes a concretas patologías (neurosis, fobias, manías, histerias, etc.) han creado un cuerpo doctrinal y un entramado teórico de gran complejidad, capaz de explicar determinados comportamientos delictivos (piromanía, ludopatía, cleptomanía, asesinatos seriales, crímenes sexuales, entre otros) acentuando el enfoque patológico en unas ocasiones y traumático en otros, por lo que están fuertemente conectadas con la Psiquiatría, sirviendo de enlace entre esta y la Psicología.
A la Psicología le incumbe el estudio de la estructura, génesis (criminogénesis) y desarrollo de la conducta criminal (criminodinamia), así como de los factores y variables diferenciales de la misma.
La Psicología interesa explicar el proceso de adquisición de ciertos modelos o pautas de conducta, resaltando los factores o variables que inciden y refuerzan, el comportamiento conformista y el antisocial.
El Modelo psicopatológico o psiquiátrico se refiere a las Teorías explicativas de la conducta criminal desde el enfoque psicopatológico o Psiquiátrico.
La Psiquiatría, como ciencia que se ocupa de lo psíquicamente anormal, es la disciplina con mayor predisposición a elaborar teorías explicativas del comportamiento delictivo, como producto o expresión de las diversas patologías de la psique humana.
Existen diversas teorías explicativas del fenómeno criminal desde el enfoque psicopatológico o Psiquiátrico.
La Psiquiatría, como ciencia, no tiene una única teoría explicativa del fenómeno criminal, ya que no existe una unificación doctrinal en este campo.
Enfermedad Mental y Crimen: Remontándonos al origen de los pueblos, existe una primera interpretación de la enfermedad mental que se corresponde con los criterios mágicos de aquellos pueblos primitivos.
El psicópata o nace, o se cuaja en la infancia.
Un trastorno de la personalidad, sea del tipo que sea, siempre se verá beneficiado de un adecuado tratamiento farmacológico o terapéutico.
No se puede afirmar que todo comportamiento criminal tenga una base patológica, ni se ha podido establecer una correlación de validez universal entre enfermedad mental y delito.
El hombre primigenio responsabilizó de la enfermedad mental a los “malos espíritus”, que entran en el cuerpo por los orificios naturales del cuerpo, interpretación contra la que se defienden tapándoselos.
Este criterio, incierto sentido, sigue manteniéndose entre muchas madres y abuelas, cuando cubren la boca y nariz de los niños para que no les entre frío y se acatarren.
La realidad es que tanto las teorías de corte psiquiátrico como cualesquiera otras que pretendan dar explicación global con validez universal al comportamiento delictivo, están avocadas al fracaso, dada la complejidad de la conducta humana, su variabilidad y la no sujeción a reglas matemáticas.
Entre los pueblos semíticos la enfermedad se consideraba consecuencia del pecado, lo que daba lugar a la purificación (como remedio) mediante las distintas formas de bautismo.
Desde la Psicopatología y por tanto desde la Psiquiatría se pretende delimitar con precisión las diversas entidades o nosologías médicas que integran lo que conocemos como enfermedad mental (neurosis, fobias, psicopatías, psicosis, etc.), lo que supone a su vez una definición de lo que se considera anormal, enfermedad mental, salud psíquica y trastorno.
Esta idea fue potenciada siglos más tarde por FREUD a través de la interpretación psicoanalítica de los sentimientos neuróticos, y en definitiva, de la enfermedad, al ser los sentimientos de culpa, los mantenedores de los síntomas (enfermedades psicosomáticas).
La OMS ofrece la definición de la salud como estado de bienestar físico, psíquico y social del individuo.
Se pretende establecer correlaciones válidas entre determinadas enfermedades mentales y diversas conductas delictivas que al parecer les son propias.
Los autores como BIRNABAUM o LANGE defienden la existencia de una predisposición por tara hereditaria, especialmente en la esfera de los sentimientos, voluntad e instintos.
La enajenación debe tener una base patológica, que produzca la anulación o alteración de las facultades superiores.
La psiquiatría tiene fronteras que no debe sobrepasar, y el delito y el crimen caen fuera de ella.
VON BAEYER resalta que la proporción de psicopatías es más alta entre los familiares de los psicópatas que en la población general, estableciendo que la transmisión no es sólo por herencia sino por convivencia.
Las psicopatías son patologías del alma, de lo afectivo son anormales y alejan al sujeto del mundo real, tanto o más que una psicosis maníaco depresiva, una neurosis obsesiva o una psicosis fóbica, todas ellas consideradas psicopatologías.
La imputabilidad exige un conocimiento de lo que se hace, una libertad para hacerlo y una relación de causalidad (relación causa-efecto).
La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido perfilando la definición de enajenado del C.P, incluyendo algunas consideraciones útiles:
Las prisiones modernas cuentan con programas de rehabilitación, en ciertos puntos semejantes a los métodos utilizados en los establecimientos psiquiátricos.
La función de la psiquiatría ante los Tribunales es definir o excluir la imputabilidad de los actos de un individuo.
Existen exentos de responsabilidad criminal a los enfermos mentales, toxicómanos y personas que sufran alteraciones de la percepción que alteren su conciencia de la realidad, siempre que todas estas anomalías no hayan sido provocadas de propósito para delinquir.
La enajenación debe ser permanente, ya que lo contrario se clasifica como trastorno mental transitorio, considerado como atenuante y no como causa de exención de la responsabilidad penal.
Los actos pertenecen a un “YO” y se afirma a su vez en los actos realizados.