Desde otras perspectivas, la práctica turística se organizaría en torno a atractivos que no son atributos per se de los lugares, sino que la condición de atractividad sería socialmente construida, recurriendo en parte a los atributos inherentes al lugar de destino, pero en parte también a otras cuestiones, tales como los intereses específicos de los actores sociales involucrados, los hábitos y costumbres, las modas, etcétera